Todas las personas que cruzan por nuestro camino tienen un propósito en nuestra vida: ayudarnos a crecer, evolucionar para convertirnos en mejores seres humanos.
Cada situación, cada experiencia que nos sucede, no ocurre por casualidad, forma parte del proyecto de vida de cada persona y tiene su razón de ser, propósito para cada ser humano.
Depende de cada uno de nosotros reconocer, valorar y amar las situaciones, circunstancias que vivimos con las personas que interactuamos todos los días de nuestra vida.
Comadritas, compadritos, en el mundo hay todo tipo de personas, las que nos sirven de espejo para mirar en ellos lo que muchas veces nos falta sanar, superar, trabajar en nuestra persona.
También existen personas que aparecen en nuestra vida en el momento indicado, cuando necesitamos algo, cuando tenemos en mente algo y resulta que la persona que nos presenta la vida, es justamente la que nos brinda la ayuda que estábamos solicitando y pidiendo desde el fondo de nuestro corazón.
Algunas nos enseñan algo que desconocemos, podemos considerarlos maestros que comparten sus conocimientos, otras nos causan dolor, sufrimiento, pero su paso por nuestra vida no es en vano, nos ayudan a fortalecer nuestro ser.
Cuando hacemos una valoración de lo que entregamos en exceso y los límites que no supimos poner en algún momento, estamos de alguna manera tomando consciencia de nuestro actuar…
Si nos responsabilizamos de nuestros actos, de nuestras decisiones con voluntad y fortaleza podemos enfrentar con sabiduría y madurez las cosas no tan gratas que tiene la vida.
Muchas veces creemos que los demás nos causan dolor, nos lastiman, nos hacen daño, pero muchas veces somos nosotros mismos quienes les damos el poder a las personas para lastimarnos.
Hay quienes nos hacen más felices y nos animan a perseguir nuestros objetivos, sueños, hacen que saquemos lo mejor de nosotros mismos, tanto personal como profesionalmente.
Se quedan a tu lado en las buenas y en las malas, te levantan cada vez que caes, te empujan a hacer cosas que pensabas no podías realizar, te ayudan a crecer, se quedan en tu vida de manera permanente, compartes con ellas momentos felices y tristes, sabes que siempre estarán cuando los necesites.
Raza, pocas veces nos fijamos en las personas con las que interactuamos cada mañana, desde que salimos de casa, les aseguro que si prestáramos más atención a cada una de ellas, de regreso, estaríamos más receptivos, más agradecidos y sorprendidos de las cosas que ocurrieron por el simple hecho de escuchar lo que el universo, Dios, la vida, pone en nuestro camino.
Desde hoy valoremos cada una de las personas que forman parte de nuestro crecimiento espiritual e intelectual y que precisamente van apareciendo a lo largo de nuestra vida, por los caminos que transitamos.
Unas son de instantes,, momentos, otras de etapas, y existen las más importantes, las que se quedan para siempre en nuestra vida.
¡Mente, cuerpo y alma en armonía, darán siempre un bienestar a su vida!
Fuente: Andy Cornejo
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